domingo, 28 de junio de 2015

Hoyo Muerto

En Junio del 2014 estuve con Dani en el Callejo del Rebeco y de paso vimos estos trozos de la placa del desgraciado accidente del 16 de Abril de 1957 en el que fallecieron tres montañeros palentinos de la famosa cordada de “Los Faquires”
Hicimos la foto y quedaron allí, más abajo encontramos por el nevero algún trozo más que recogimos y colocamos junto a una piedra para que la nieve no se los llevara.
En la charla de Tente Lagunilla sobre la historia del Curavacas dijo que la querían reconstruir y me sentí convocado.

Ayer no tenía ningún plan, nuestro Grupo está de vacaciones, pero un montañero no descansa y pensé que el Hoyo Muerto me reclamaba. El collado del Hospital me recibe con esta preciosa vista de la Sierra de Peñalabra.



El Hoyo Muerto también está bien guapo, con el pico Lezna y detrás la Sierra de Peñasagra, poco a poco se va convirtiendo en un pozo de recuerdos, al que resulta agradable volver.

Esta es la piedra en la que hicimos la foto de los trozos en 2014 y junto a la que colocamos los que encontramos más abajo. Ayer no estaban ni los de arriba, ni los de abajo. Rebuscando por los alrededores encontré dos trozos pequeños, pero sin ninguna inscripción, estaba un poco desmoralizado, pero decidí hacer algo más.

Me imaginé un alud y a donde marcharían los trozos, miré para abajo y la pedrera era más grande, era inmensa, pero me puse a descenderla haciendo pasadas cada dos metros y cuando estaba a punto de abandonar…

Me quede flipado al encontrar este trozo.

Y al darle la vuelta pesé que era el del año pasado, menudo vuelo se ha pegado.

Estaba bastante alejado del lugar de origen y me hizo pensar que si hay uno puede haber más, así que seguí peinando la pedrera.

Otro buen rato tardé en encontrar el siguiente trozo.

Y al darle la vuelta y ver que me casaba con el anterior me quedé a cuadros.

Este estaba bastante más abajo, y el no haber encontrado ningún trozo pequeño me hizo pensar en lo difícil que será encontrarlos entre los bloques de piedra tan grandes que hay en la pedrera.

Un poco más abajo encontré la cruz, es la primera vez que la veo en directo, siempre que pasé por aquí la tapaba la nieve. Mide unos cuatro por dos metros y pesa.
Este reto es más fácil, los trozos están todos, pero costoso.

Está formada por cuatro trozos empalmados a rosca, pero desarmarlos a primera vista parece complicado, a pesar del óxido conserva parte de la pintura en acero inoxidable, desconozco como se podría desincrustar, pero se puede investigar, y se admite colaboración.

Para terminar el domingo bajé hasta el pozo a relajarme un poco y a refrescarme, hacía un calor poco normal por estos parajes.

Disfruté como un crío viendo la mayor colonia de tritones que había visto nunca.

Me miraban con esos ojos blancos saltones, que pensé que igual estaban ellos más flipados que yo.

El calor me pasó factura en la vuelta, pero de reojo le eché la última mirada de complicidad, nos habíamos vuelto a entender…
Luego en casa me di cuenta que los trozos encontrados no tenían nada que ver con los que vimos el año 2014, pero bien me compensan las tres horas pateando la pedrera bajo un sol de justicia.

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