Nada más aparcar en Vidrieros ya teníamos a Thor tumbado a nuestro
lado, estaba claro que estaba haciendo su declaración de intenciones, quería ir
de excursión.
Y nosotros no le íbamos a quitar el capricho, estábamos encantados
de su compañía, además pensábamos hacer una ruta cortita, Las Huelgas y El
Hospital, un paseo.
La Montaña Palentina estaba para comérsela, la primavera ha roto en
una explosión de colores, sonidos y olores que la dan una categoría única e irrepetible.